domingo, 13 de marzo de 2011

¿Qué problema hay en no ser una máquina?

Quisiera ser artista. Necesito ser artista para poder estar en este mundo. De lo contrario, mis propios demonios se adueñarán de mi vitalidad para siempre y moriré lenta y patéticamente como tantos otros corazones destrozados.
Si alguien me pide que le explique qué es lo que hago aquí solo, en esta ciudad, no sé explicarlo. Me da igual que Ana haya pasado de mí; nunca pensé que me pudiera doler tan poco ser abandonado así. Hasta para romper una relación hay que ser cariñoso y ella no lo ha sido. A mí, la elegancia no me sirve. No me consuela y no me hace sentir nada.
En realidad, soy yo quien siente lástima de ella, de su frialdad, de su repelente seguridad en sí misma y de su forma de estar en el mundo. Tal vez por eso no me siento un imbécil por estar aquí solo.
Me hace gracia ver cómo ignoramos la fragilidad de la vida. No sé de dónde sale esa creencia en la inmortalidad. Yo también me creía invulnerable,  ahora que sé que mi vida se puede apagar con la misma facilidad con la que lo hace una vela de cumpleaños, me siento más incomprendido que nunca. Más lejos de todo y de todos. Pero más cerca de lo intangible. Puedo llorar por cualquier cosa. Puedo sentir el infinito en lo más simple. Y reconocer el amor en una caricia.
Es por todo esto por lo que quiero ser artista. Puedo dar forma a todo esto, para escapar de lo que me atormenta. Porque necesito expresarme sin ser un puto plasta. Y por tantas otras... Mejor que Ana se haya ido. Así puedo ser yo. Mejor que no vuelva. Así no me volverá a empequeñecer. 
Esta gente del siglo XXI es así. Hay que ser fuerte, despiadado, individualista y fascinante. ¿Por qué no puedo ser un hombre sensible, solidario, generoso y sencillo? ¿Qué tiene eso de malo? ¿Qué problema hay en no ser una máquina?
Por eso quiero ser artista. Para encajar en este mundo sin necesidad de comportarme como una máquina. No quiero que me engañen.
Eran más bonitos los mensajes en una botella que escribir las pajas mentales de cada uno en un blog. Sí, lo sé, soy de otro siglo pero entonces todavía se soñaba con un mundo mejor. Hoy, esto es políticamente incorrecto.
Si los chavales de hoy se ponen a leer en masa gente como Hesse, esto se viene abajo.
Estoy harto de ser cómplice de todo esto. Estoy asustado. Quiero ser yo mismo sin que eso suponga un peligro para mí. Y lo siento mucho por todos los y las idiotas que me dan lecciones útiles para la vida. No tenéis ni puta idea. Y os voy a explicar por qué.